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Red over Green 00: Waves




     No podía evitar sonreír durante todo el camino. Desde que salimos de Holyhead, unos días antes, no había parado de sonreír, y eso me gustaba. Sasha no era un muchacho que se entusiasmase por cualquier cosa, pero este caso tenía ese tinte misterioso y fantástico por el que mi mentor había entrado a la profesión.

     No quería estropear un momento tan importante para él, así que lo dejé en la cubierta mirando las estrellas, soñando despierto. Intenté distraerme con lo que pude, porque los viajes largos en barco me mareaban tanto que temía pasar el resto de la semana limpiando el suelo como acostumbraban a hacer los marines que no cumplían sus obligaciones.
Entre esto y todo lo demás, saqué de mi escaso equipaje una pequeña cuerda, unos treinta cenntímetros, enrollada alrededor de un par de piedrecitas blancas. Era un begleri hecho a mano, uno de mis pequeños tesoros. Sasha lo compró en Grecia, justo antes de encontrarme.

     Con sólo diez años había intentado partir el cuello del que sería mi salvador. Yo no era más que un salvaje de diez años que había pasado la vida entre pólvora y barro. Era un niño soldado*, arrancado de los brazos de su madre antes de que la memoria me alcanzara. No recuerdo mucho más que las camas frías sin mantas y el cubo lleno de agua con el que sobrevivíamos una semana entera.

     Intenté sacarlo de mi cabeza mientras las piedrecitas blancas daban vueltas y piruetas entre mis dedos. Poco había en el mundo capaz de relajarme más que aquello, aunque fuese en un barco endemoniado como aquel.

     Un fuerte olor a anís me hizo salir a cubierta una vez más. Sasha había ocultado al mundo sus ojos helados y saboreaba el humo de su cigarillo. Un señor alto y regordete lo miraba desde lejos con inseguridad en sus pequeños ojos, pero no parecía atreverse a decir nada.

  • No se preocupe, no es tabaco – la voz de Sasha sonaba melodiosa y clara, aunque nunca demasiado alta -. Empecé a fumar cigarrillos de anís para dejar el vicio... y acabé enganchándome a estos mismos – se rió en voz baja, desviando la vista hacia el mar-. ¿Le gustaría probar uno?

     El hombre al otro lado sonrió con cortesía, pero no hizo el más mínimo ademán de acercarse hasta nosotros. Como era previsible en él, cambió de tema.

  • Dicen que es usted un profesional como pocos quedan, si es que alguna vez hubo alguno. Una persona ciertamente peculiar, ¿me equivoco? - la combinación de su voz rota con el círculo amarillento que coloreaba su tupida barba alrededor de los labios me hizo suponer que él sí que fumaba tabaco.
  • Respóndase usted mismo. Un viaje de diez días me parece más que suficiente para conocer a una de las pocas personas que viajan con usted. Es muy importante trabajar la propia opinión sobre el resto de personas, ¿no cree? Aunque con una ruptura tan reciente como la suya dudo que tenga tiempo para este tipo de cosas. El trabajo es mucho más importante para usted que cualquier otra cosa, y odia el café si no está tan caliente que haga daño en la garganta – Sasha volvió a reír, divertido por la cara de su atónito oyente. Yo estaba acostumbrado a este tipo de descripciones, pero no dejaba de admirarlo por ello.
  • Supongo que los rumores que dicen de usted son bastante ciertos.

     Aquel hombre que viajaba con nosotros era Sir Trevor Bingham, el mismísimo Comisario de la Policía Metropolitana, el Scotland Yard. Se había presentado en Londres exclusivamente para pedir la ayuda de Sasha aconsejado por uno de sus hombres de confianza, ya que mi compañero y mentor no aceptaba peticiones si no era de esta manera. No parecía un mal hombre, aunque sus miradas fuesen duras y jamás abriese la boca si no era necesario. Parecía esconder, eso sí, algún misterioso secreto.


     El viaje se alargó un par de días más que yo intenté pasar distraído del vaivén del barco.

  • ¿Ha oído hablar del Holandés Errante? - Sir Bingham y Sasha parecían haber hecho buenas migas durante el viaje, aunque sus conversaciones no se desviasen mucho del ámbito profesional.
  • Por supuesto, pero jamás he tenido el placer de verlo navegar – bromeó.
  • Mi mejor amigo promete haberlo visto en un par de ocasiones. Con suerte estará aún en casa cuando lleguemos, así que le propondré que le cuente la historia completa en persona – sin duda, no tenía mal corazón, aunque a otra persona no le hubiese entusiasmado la idea de escuchar semejante relato.
  • ¡Me encantaría! - Sasha parecía tener una buena racha de incidente misteriosos en los últimos días. Dió un par de caladas más a su casi extinto cigarro – Malchik**, prepara tus cosas. Pronto llegaremos a Dun Laoghaire.


     Tres horas más tarde empezó a divisarse una masa verdosa a lo lejos. Volver a mi lugar de procedencia no me hacía tanta ilusión como podría, porque no recordaba haber estado allí jamás. La isla color esmeralda me resultaba más desconocida aún que al resto de los viajeros, y eso me pareció ligeramente humillante.

     Sasha se apoyaba impaciente contra la baranda de seguridad. Algo en este caso le hacía temblar de emoción, y eso era muy raro en él. Sus ojos celestes escudriñaban cada rincón de la lejana tierra, como si ya estuviese buscando pruebas que el Scotland Yard hubiese pasado por alto en su tediosa tarea de búsqueda.


  • Esto va a ser divertido, Malchik – su media sonrisa dejaba entrever unos dientes más afilados de lo que cabría esperar para alguien de su edad.


    Puerto de Dun Laoghaire
    * Desde la Guerra de los Treinta Días hasta el Golpe de Estado de Goudi, Grecia permaneció bajo el control de La Liga (la milicia) , entre la que se encontraban batallones enteros de niños soldado entre 7 y 17 años.
    ** Del ruso: ''chico''. Sasha procede de Balashov, en Rusia. 

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1 Comentarios:

S dijo...

Me ha llevado algún tiempo, pero por fin he conseguido sacar con pinzas de mi memoria la dirección que me dijiste y localizar tu blog.
Pese a que sólo he leído este pequeño fragmento, me ha gustado que hayas conseguido perfilar tan bien y con tan pocas líneas a cada personaje.
El detalle de la música hace que mientras lo lees te metas más aún en el ambiente, que está construido con detalles históricos que van encajando a la perfección.

En fin, no es mi intención hacer un comentario literario, pero sí decirte que me ha encantado.
He aquí un nuevo seguidor de la que pinta como una historia genial (y encima de intriga, mis favoritas =) y de tu blog ^^

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