La peor parte era llevar a Vivian tan cerca. Olía genial, y era agradable... pero en las horas de sol hubiese preferido jugar otra mano contra aquel viejo degenerado para conseguir una montura para ella. Además, parecía agotada.
- ¿Vamos a parar a descansar? - me preguntaba constantemente, en voz muy baja.
- Tú eres una ladrona, ¿cómo se supone que huyes de las autoridades? -en el fondo, me daba lástima y siempre encontraba un momento para reposar un poco, pero no quería llegar mucho más tarde.
Cabalgamos durante varios días, en los que Vivian aprovechaba para contarme cosas sobre ella. En cambio yo no podía hablar más a allá de mis 17 años. Me llamó la atención que nunca hablase de su familia, pero yo tampoco es que hubiese sacado el tema. Supuse que sería huérfana, o algo por el estilo.
- Yo creo que todos los chicos del mundo deberían saber cocinar. No es que no me guste... pero lo vería mucho más cómodo si de vez en cuando me ayudasen - se explicaba con claridad, y no podía parar de darle la razón-. Aunque prefiero un hombre que sepa bailar y hacerme sentir bien, y que tenga mucho sentido del humor - se la veía tan entusiasmada que me dio miedo replicarle.- ¿No prefieres simplemente alguien que te quiera? - para mí parecía muy simple, aunque no es que tuviese muchísima experiencia.
- No... Hay mucha gente que me querrá, pero lo importante es que yo los quiera a ellos. Eso es mucho más difícil - y plantándome un beso en la mejilla, se fue a dormir.
No pude dejar de pensar en lo que había dicho durante toda la noche. Esa chica era menor que yo, pero me había enseñado algo maravilloso. La noche estaba especialmente bonita, sobre todo cuando vino a abrazarme en mitad de la noche. Caían lágrimas de sus ojos, así que intenté no dejarla sola hasta la mañana siguiente.
- Vamos a ir a ver a tu familia - sentencié tras un torrido silencio cuando estábamos montando a Apolo-. Dijiste que tu pueblo quedaba cerca de la capital, y necesitamos comprar algunas cosas...
Ella no habló. Supuse que estaría contenta, pero más bien parecía preocupada. La verdad, cada vez me preocupaba más lo que pudiese descubrir sobre su pasado.
Era un pueblo pequeño sin nada muy destacable, como Holyfield. Los vecinos parecían conocerse de toda la vida, y se respiraba un aire limpio y tranquilo. Me gustaba, me hacía recordar mi infancia... pero por otro lado también añoraba muchísimo las altas murallas de la capital. Casi podían adivinarse desde el mirador, y yo no podía evitar suspirar cada vez que distinguía alguna silueta.
La madre de Vivian era preciosa. Tenía los mismos ojos verdes de su hija, y una melena de un rojo mucho más intenso que el de mi compañera de viajes, aunque ya empezaban a asomar algunas canas. Se le formaban arrugas alrededor de los ojos porque no paraba de sonreír, pero su piel ligeramente pálida y los labios rojos y finos decían a gritos que algún día fue la chica más guapa de todo el pueblo. Se le empañaban las esmeraldas que tenía por ojos al ver a su hija, embriagada por la felicidad de encontrarse de nuevo con la niña que, según parecía, no pasaba mucho tiempo en casa.- Es muy guapa - reconocí cuando Vivian volvió conmigo -. No quería acercarme para no estropear el momento, pero desde lejos os parecéis mucho - le sonreí-. Tu padre debe ser un hombre muy afortuna--
Su mirada me hizo callar de inmediato. Tenía las lágrimas al borde de caer y fruncía el ceño con fiereza.
- No menciones a ese hombre nunca más. Yo no tengo padre - ante mi mirada tranquilizadora y mi gesto de disculpa parecía enfriarse un poco-. Él... nos abandonó cuando yo aún era una niña. Nos mudamos aquí, pero a los pocos meses él dijo que tenía que investigar algo en la capital, y nunca volvió. Seguro que está con otra. Jamás se lo perdonaré - Vivian parecía muy emocionada, como si nunca le hubiese contado esto a nadie-. Mamá no puede salir de casa desde entonces, y yo... no pude ir al colegio. Como no podía trabajar, me dediqué a delinquir... Y aquí me tienes.
Me quedé sin palabras. Vivian parecía alegre la mayor parte del tiempo, y jamás hubiese pensado que había entrado a un mundo tan oscuro por pura necesidad.
- Toma - le tendí lo que quedaba de la bolsa que había ganado junto con Apolo -. Quédate en casa con tu familia. Tampoco es que tengas un motivo para quedarte conmigo, después de todo...
Ella tomó la bolsa con lágrimas de agradecimiento en los ojos y corrió hacia la pequeña casita que compartía con su madre. No se despidió, pero yo tenía la sensación de haber hecho algo bueno.
Mientras me preguntaba cómo conseguiría algo para comer durante el resto del camino, monté en Apolo. Ahora sentía un vacío extraño al no tener su espalda pegada a mi pecho, y la eché de menos. Era la hermana que siempre quise... ver crecer.
El relincho de una yegua me sacó de mis pensamientos. Era pequeña, blanca como la nieve y parecía bastante amable, aunque no le presté mucha atención y eché a trotar.
- ¡Eh, tú! ¿Pensabas que no iba a despedirme? - la voz me resultó cercanamente familiar, y me volví como si hubiesen dado una alarma de fuego- Tampoco es que vaya a dejar de verte tan pronto...
Vivian y su yegua se pusieron a mi altura en un momento. No quise preguntarle qué había pasado, ni hasta cuándo estaría conmigo... sólo me alegraba de saber que vendría hasta la capital conmigo.
Ya no me importaba no tener qué echarme a la boca o no saber nada sobre mí, ahora me sentía capaz de muchas más cosas.
A lo lejos, las sombras de la capital se hacían cada vez más nítidas. Allí encontraría lo que buscaba... seguramente.
[Créditos a los autores de las imágenes y su maravilloso trabajo:
http://hulka.deviantart.com/art/Home-again-20413800?q=boost%3Apopular%20back%20home&qo=17
http://silent-spring.deviantart.com/art/Way-Back-Home-252087255?q=boost%3Apopular%20back%20home&qo=28
http://arriku.deviantart.com/art/Home-268215113?q=boost%3Apopular%20back%20home&qo=1 ]
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